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El momento equivocado: canciones que no son lo que parecen

Las canciones para momentos especiales tienen sólo un requisito imprescindible: que sean apropiadas para el momento para el que han sido elegidas. Porque lo cierto es que no importa que rompan el ritmo de la fiesta. De hecho, se agradece que el momento quede remarcado. Algunas parece que se ajustan como un guante al protocolo (como “Single Ladies” de Beyoncé para el momento del lanzamiento del ramo) Pero a veces nos olvidamos de lo que significa la canción o no tenemos la precaución de saber qué dice la letra. Y ahí puede venir el lío…

En cierta ocasión, unos chicos nos pidieron sobre la marcha, el día de su boda, una canción de Inna: “More than friends”. El problema vino cuando nos pidieron el micro y se la dedicaron a unos amigos suyos, a los que consideraban “casi hermanos”. Y no, el “más que amigos” al que alude la canción no significa eso. Significa exactamente… lo que estáis pensando. Lo que antes se refería a “conocer en sentido bíblico”. Efectivamente, quizás no sea la canción más apropiada como exaltación de la amistad. Siempre que la amistad no sea con derecho a roce, claro 🙂

Hay otras veces en que una canción se asocia a una película romántica pero la letra no es necesariamente feliz. Pero nos quedamos con la historia de la pantalla y no con la del tema central de la banda sonora. Así, puede parece que este tema de Roxette tiene un final tan feliz como “Pretty woman” (perdón por el spoiler J ) pero es todo lo contrario. Per Gessle lo compuso como un villancico para corazones rotos y lo llamó “It must have been love – Merry Christmas for the brokenhearted”. Evidentemente no es una canción que hable de amor, sino de desamor. Que el tema es precioso, sí, pero a lo mejor no es la canción más indicada para abrir un baile nupcial.

Otro ejemplo como el anterior, quizás más extremo, porque la película no acaba bien (perdón por el spoiler 😉 )Esta es una canción de despedida, de una historia que pudo ser y no fue. Pero la voz de Whitney Houston hipnotiza, y el resto ya lo sabemos. ¡Ojo! Que no es un problema exclusivo nuestro por no saber inglés. Una curiosidad: en los funerales británicos, el «I will always love you» era la canción que más se elegía para despedir al féretro. Y ellos no necesitaban traducir la línea que dice “todo lo que me llevo conmigo son recuerdos agridulces…”

Porque está claro que no siempre la cuestión viene por el idioma. Nos quedamos con el estribillo, o con una sola frase de él, y le cambiamos el sentido a la canción. La próxima vez que pienses dedicar “Se te nota en la mirada” a una amiga, analiza las dos primeras estrofas. Efectivamente: es la historia de alguien que ve con nostalgia como su ex ha rehecho su vida. Y aunque la canción no tiene un mensaje negativo, quizás la presencia de los ex, aunque sea en un tema musical, es algo que tenemos que, por lo que menos, meditar.

Y la última, volviendo al tema de las traducciones: Adele tiene una voz única, de esas que llegan hasta el alma pero… la temática de sus canciones no es precisamente para una fiesta de Nochevieja. Algunas son especialmente desgarradoras. Por eso, la próxima vez que imagines a alguien yendo hacia el altar con el “Someone like you” de fondo, piensa que quizás lo más adecuado no sean frases como “no importa, encontraré alguien como tú”, “no me olvides, yo te recordaré” o “el amor a veces dura pero a veces hace daño”.

Como siempre, la última decisión es tuya. Son tus momentos y a veces las canciones entran a formar parte de nuestra vida por una historia que nada tiene que ver con ellas: aquella fiesta de fin de curso, el día que el cantante se equivocó en la fiesta del pueblo y acabó en el pilón, que esa película fue vuestra primera cita… Todos tenemos nuestra banda sonora y en ella están nuestras canciones no apropiadas. Pero cuando las canciones no formen parte de tu vida (que son, normalmente, las que se buscan por internet o se pide consejo a amigos y conocidos) reflexiona un minuto y piensa si la letra es algo con lo que te puedas identificar. A veces es algo tan simple como no renunciar a la canción, pero pedirla para otro momento de la fiesta. Otras veces…

¿Qué no recomendamos? 1) canciones que no conozcamos y que nos planteen dudas 2) canciones actuales, que igual este año son éxito pero dentro de diez años ya no nos acordamos de ellas 3) canciones malrolleras, que no tengan ni una estrofa positiva 4) canciones de Bebe (bueno, en realidad se pueden englobar en el punto anterior) 5) canciones que alguien haya elegido para un momento igual al que quieres destacar; si tu amigo entró al banquete con “Don´t stop me now” de Queen, mala suerte, llegamos tarde, busquemos otra, conviene hacer cada momento singular y único

En un próximo post seremos más amables, lo prometemos. Y buscaremos canciones que os puedan ayudar. Ahora que ya sabemos lo que no queremos, tendremos más fácil llegar a lo que queremos encontrar: momentos únicos.

La agenda de los djs

Hoy vamos a hablar de un tema que no tiene que ver directamente con nuestro trabajo pero que, en cambio, dice mucho de una empresa. ¿Cómo controlar la agenda?

Hace ya algún tiempo, en una conversación coloquial con la gerente de una empresa de publicidad, nos comentó un caso de cómo querer aparentar provoca el efecto contrario. Hablaba de un fotógrafo recién llegado al negocio que se quejaba de que la publicidad contratada (era una aplicación web) no le generaba trabajo. Al final, la única conclusión a la que se pudo llegar era que aquel buen hombre había marcado en la agenda todos los días como «ocupados», tratando de hacer ver que el cliente debía darse prisa o se quedaba sin sus servicios (ficticios) y en realidad lo que hacía era repeler futuros clientes que no le iban a llamar porque estaba siempre ocupado.

No es el único caso que hemos visto. ¿Merece la pena mentir? Seguro que no. Puedes tener mucho o poco trabajo pero la imagen que debes dar es real. Hay épocas mejores y épocas peores, pero si das al público una imagen que la empresa no tiene, es imposible que tu relación con los clientes salga bien.

llenar la agenda de eventos ficticios no es la solucion

En el mundo de los djs todo se acaba sabiendo: si no tienes el equipo que dices ofrecer, si no tienes en nómina a los profesionales que parece que tienes contratados o si no trabajas tan a menudo como dices en los lugares donde dices que eres «el residente», el público te acaba pillando. Y en lugar de jugar al parchís (comer una y contar veinte) acaba siendo la oca: te puede llevar la corriente, caer preso en la posada o, directamente, retornas al inicio del juego porque caes en la calavera. Y mentir ya no habrá sido tan divertido.

Repetir canciones ¿sí o no?

Vamos hoy con una duda que este año, con la irrupción de «Despacito», nos asalta más que nunca. ¿Cuántas veces se puede repetir una canción en una fiesta?

Los más puristas dirán que ninguna. Que en una sesión de dj no se repiten canciones. Y no les falta razón. Cuando empezamos en este negocio, la parte de los bises era como en los conciertos en directo. Podías hacerlo solo en casos muy justificados. Pero eso era antes. El público ha cambiado, ya casi no se sacan discos y el número de canciones que se editan ha bajado muchísimo, y tampoco hay una división por edades tan clara. Ya no saltamos  de «pachangadas» a «moderneces», como nos dijeron una vez en una boda. Dicho esto, ¿está bien repetir canciones? ¿Cuántas veces?

La duda está ahí porque la hemos vivido. En más de una ocasión, el cliente nos ha pedido tres y cuatro veces el mismo tema: para él, para su hermano, para dedicárselo a fulanito… Ya sabéis que dicen que el cliente siempre tiene razón. ¿En este caso también?

Tenemos claro que nuestros eventos son personalizados. Rara vez pinchamos música como se hace en un pub, donde el público se renueva cada hora u hora y media y puedes echar mano de los temas más populares sin miedo a que te acusen de repetirte. Lo nuestro suelen ser fiestas en las que compartes espacio con el mismo público durante muchas horas. Habiendo tantas canciones en la base de datos, ¿está bien poner 3 ó 4 veces el mismo tema? Nosotros creemos que no, pero si la duda no estuviera ahí, no la plantearíamos…

¿Y si ponemos un vídeo?

Empezó siendo algo extraño y hoy es algo cotidiano en las bodas: el vídeo. Ya sea por sorpresa o algo totalmente premeditado, el resultado es el mismo: emoción. Tanto de los novios como de los invitados, porque recordar buenos momentos siempre es emocionante.

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Ahora bien, ¿cómo nos ponemos a ello? No es tan difícil. Se puede hacer una «modesta» presentación en powerpoint con poco más de 20 fotos o un montaje de vídeo con formato profesional. Lo recomendable es que dure entre 3 y 8 minutos. Y si no sabemos qué poner de fondo musical, para eso está el dj, por supuesto. También para aconsejaros qué es mejor, si utilizar una pantalla de proyección o una de televisión. Porque aunque en un primer momento era más frecuente el proyector, ahora las pantallas planas tienen formatos muy grandes. En Sonifón disponemos de los dos métodos, solo depende del salón y de la luz exterior…

Para terminar, solo un consejo: es muy recomendable que el dj tenga el vídeo antes de la boda para hacer una prueba. Los formatos informáticos a veces fallan y conviene evitarse un sofocón en el momento clave.

Lo estético y lo funcional

Hoy vamos a tomarnos a risa una situación que no tuvo nada de cómica y que nos aconteció no hace mucho en un hotel en Asturias durante una boda. El lugar en cuestión tiene un maravilloso jardín donde se pueden celebrar ceremonias civiles en un entorno inigualable. Vaya por delante decir que la situación no tiene nada que ver con la dirección del hotel, unas personas encantadoras que hacen que trabajemos como en casa cada vez que vamos allí.

Pero, ¡ay! hoy en día, en las bodas aparecen muchos «jefes». Algunos, incluso, mandan más que los novios. En este caso, el trato con la pareja fue muy cordial: nos expusieron sus preferencias, nos dieron el listado de temas, nos pusieron en contacto con la maestra de ceremonias, se preocuparon de que lo tuviéramos todo preparado… Una pareja de 10. De hecho, ni saben esta historia porque entendimos que no era cuestión de preocuparles el día de la boda.

El día en cuestión montamos el equipo. Ahí nos pusimos, como siempre, en un segundo plano: ocultos para los invitados, pero desde donde pudiéramos controlar tanto la llegada de los invitados como a la oficiante y los novios una vez iniciada la ceremonia. Porque ni somos los protagonistas, ni lo queremos ser. Discreción y eficacia. Lo único que se nos pide cuando trabajamos como djs en estos casos.IMG_20140913_132323Y entonces llegó «ella». Ni se presentó ni dijo buenos días. Nos espetó un «esto no puede quedar aquí, osea, porque la gente puede sacar fotos ¿sabes? y esto queda feo, osea». Después de tragar saliva y mordernos la lengua, solo le dijimos «Ya, pero es que somos los que llevamos el sonido de la boda y necesitamos un sitio para trabajar, no nos podemos borrar». Muy bien no le pareció, porque salió de allí mascullando entre dientes. En más de una ocasión nos hemos quejado de los que, más que en trabajar, se preocupan de que los demás no trabajen. Repetimos: la cuestión no tenía que ver con el hotel (bastante sufrieron ellos) ni con los novios, encantadores todo el día. La cuestión vino por uno de los múltiples intermediarios que aparecen ahora en las bodas. En el peor de los casos, se creen con mando en plaza y no se dan cuenta de que son un proveedor más, y que están al nivel de fotógrafos, djs, etc. Por cierto,  «aquello» que molestaba a la vista era esto:

IMG_20140913_134412En fin… algo que mide 1,50 metros de largo, que no se ve desde los bancos de los invitados y que está compuesto por materiales de aspecto profesional no debería molestar a nadie. A veces confundimos términos, como «estética» y «estático». En las bodas hay gente que trabaja (fotógrafos, djs, maitres, camareros) y que no puede estar estático. Intervendrá en el cuadro y entrará y saldrá de él. Una boda es un evento vivo, no un fondo para una foto… Pues esto que aparece en la foto parece que no era «cool» para la boda.

Asumir galones por las bravas tiene sus riesgos. Quizás con nosotros pinchó en hueso, quizá otra persona se hubiera avergonzado de trabajar. Nosotros, no. Además, cinco minutos después nos dimos cuenta que el criterio no estaba muy claro. El equipo de sonido molestaba para la estética y las fotos. A lo mejor un paquete de arroz no lo hace. ¿Arroz? Pues sí, porque los invitados buscaban más la funcionalidad que la estética y, oye, lo de estar toda la boda sujetando un paquete de arroz es incómodo. Así pues, lo posaron en el sitio más a mano que encontraron. ¿Sabéis cual? Efectivamente:

IMG_20140913_133131Y ahí quedó el arroz hasta el final de la ceremonia. No se puede ir contra la lógica. No es un plató de cine ni un escenario para un anuncio, ni los invitados son actores. Son personas y se comportan como tal. Repetimos: las bodas son eventos vivos. No permitamos que unos criterios estéticos impidan que se desarrollen con fluidez. Las personas que celebran la boda no van pensando en la foto, van pensando en disfrutar. Nunca deberíamos olvidarnos de esto.