DIFERENCIAR ENTRE BODA SIN MÚSICA Y BODA SIN BAILE
En anteriores entradas a este blog ya habíamos dejado claro que la música no esta prohibida en las bodas. Lo que no se permite es que haya una pista de baile como veníamos conociendo. Hasta aquí, todo normal, incluso fácil de entender… Pues no debe ser tan fácil, cuando a lo largo de este año nos hemos topado con varios casos en que no se permitía música. Y claro, una boda sin música acaba siendo como un jardín sin flores: no tiene gracia. Que teniendo en cuenta que estamos en los tiempos del móvil y el altavoz bluetooth, al final lo que pasa es como con el cierre del ocio nocturno y los botellones en casa: trasladas el problema y, además, pierdes el control
BODA CON MÚSICA: OK, PERO, SIN DJ, ¿VERDAD?
Pues tampoco. No están prohibidos los djs, ni los grupos en directo, ni nadie que viva de la música. Salvo que estén contagiados del virus, claro, que deberían guardar cuarentena. Además, teniendo en cuenta que estos últimos años se nos han cargado responsabilidades que no eran necesariamente nuestras (iluminación del salón, proyección de vídeos, control de discursos…) será difícil poner todos esos trabajos en otras manos. Conviene también que quien esté a los mandos sepa un poco de qué va la cosa porque, si no, pasa lo que pasa…
BODAS 2021: SI NO VA A HABER BAILE, PARA QUÉ CONTRATAR UN DJ (O UN GRUPO)?
Aquí tenemos que hacer una diferenciación: una cosa es que no haya baile, y otra que la boda deje de ser una fiesta. Porque una boda, al fin y al cabo, es una celebración y, además, involucra a mucha gente que, además, son los más cercanos a los novios. A lo mejor no podemos hacer la conga ni poner Paquito el Chocolatero (que sí, que todavía nos lo piden, y lo que queda…) pero la música, como en la vida, está presente en muchísimos momentos de la celebración: la entrada al banquete, la tarta, la entrega de detalles, que se puede seguir haciendo manteniendo un minimo de sentido común; las dedicatorias especiales… o simplemente acompañarnos mientras tomamos unas copas.
Y aquí tenemos que enfadarnos un poquito por lo que estamos leyendo de supuestas tendencias en bodas donde no hay música. Repetimos: ¿Quién lo prohíbe? Hemos leído en estos tiempos actividades alternativas como catas de vinos, sesiones de cocina, yoga, pilates, juegos de mesa… Con todos mis respetos, eso ya se ha inventado y se llama “Hogar del Pensionista” (bastante mal lo están pasando nuestros mayores, por cierto) En las bodas del futuro, con o sin virus, cabe la música y tiene que estar aún más presente. Si tenemos que hacer juegos, ¿por qué no hacerlos con música? ¿No estamos en una fiesta? ¿No tenemos imaginación para disfrutar sin levantarnos de nuestros sitios? O levantándonos… para volver a sentarnos, que hacer la ola, técnicamente, no es infringir ninguna norma.
En las bodas del futuro la música tiene que seguir siendo el eje de la fiesta. Seguramente, con más presencia y en más momentos, no solo al terminar el banquete. La normativa sanitaria nos permitirá hacer unas cosas u otras, y a lo mejor mucho antes de lo que pensamos se dan las circunstancias para que vuelva a haber pistas de baile. O igual no. Pero eso no quiere decir que la boda acabe siendo un muermo ni que debamos prescindir de la música para montar un ginkana. Porque la música, hoy por hoy, no tiene sustitución posible.