De un tiempo a esta parte se está propagando un modelo de feria exclusiva y excluyente que separa a una clase de proveedores (los “molones”) de los que no lo son, creando así una gruesa línea de separación en la que las empresas que no cumplimos con los criterios “cool” nos quedamos fuera.
Si algo hemos tenido claro en todos estos años trabajando (casi 10) es que, en un sector donde influye tanto el gusto personal del cliente, es imposible hablar de “mejores” ni “peores” profesionales. Todo lo más, de “muy profesionales” o “poco profesionales”. Tú le puedes gustar mucho a un cliente pero a otro no convencerle. No es que seas malo: es que busca otra cosa. Y eso no puede tener tacha a no ser que no le dediques al posible cliente el tiempo que te está requiriendo o no realices tu trabajo con las ganas que se merece. En el sector de los djs o de los fotógrafos hay muchos factores abstractos. En el de los restaurantes, puede ser algo tan simple como la hora de cierre o como la necesidad de contratar autobuses para traer de vuelta a los invitados.
Así pues, que aparezcan ahora rincones que hablen de “los mejores y más destacados proveedores” nos llena de tristeza. ¿Qué hemos hecho los demás para ser descartados? Básicamente, no cumplir unos criterios de moda. Una moda que puede venir para quedarse pero que no es una revolución. Se pretende vender como novedad algo que ya se hacía en los años 50 en los pueblos de España: reunirse en una casa particular, decorarla al gusto ahorrándose todo lo posible y reciclando materiales, buscar a los mejores cocineros del pueblo para que echaran una mano y, si alguien conocía un fotógrafo amigo, que captara los momentos a su manera. La moda es pasajera. Hacer separaciones en base a ella roza lo ridículo. Ya lo decía la mítica e inmortal Marlene Dietrich: “Nos reímos de la moda de ayer, pero nos emocionamos con la de antes de ayer, cuando está en vías de convertirse en la de mañana”
Teniendo en cuenta esto, las bodas pueden y deben ser como quieran las parejas. NO COMO NOSOTROS, LOS PROFESIONALES, QUERAMOS QUE SEAN. La comida podrá presentarse de diversas formas, pero tiene que seguir siendo comida. El fotógrafo podrá trabajar de distintas maneras, pero tratará de captar la realidad, no una invención. Y la música podrá ser de tal o cual estilo, pero lo importante será que suene. A fin de cuentas, la forma puede cambiar pero el fondo, no. Es hora de reivindicar el fondo porque, si no lo hay, la forma por si sola no es más que un envoltorio vacío. Y un envoltorio vacío, por muy molón que sea, no significa nada.
Por nuestra parte, seguiremos trabajando como creemos que hay que trabajar: con honradez, dedicación, profesionalidad y poniéndonos en el lugar del cliente. Anteponiendo el fondo a la forma. Igual no nos vale para que nos inviten a estos certámenes tan “molones”, pero al menos estaremos con la conciencia tranquila porque el trabajo hecho con pasión no pasa de moda.