Ésa es la cuestión. Sin duda es uno de los temas más controvertidos a la hora de preparar una fiesta. ¿Se va a permitir que los invitados canten? En una fiesta con acceso libre la respuesta será no en todos los casos. No hay más que pensar en las consecuencias que podría tener que alguien saliera a cantar mal en las fiesta del pueblo o que utilizase el micro para meterse con los hinchas del equipo de fútbol contrario. Ahora bien, ¿qué hacemos con los eventos privados? (bodas, fiestas de empresa, bautizos…) Salvo en celebraciones muy grandes, de más de 200 personas, la respuesta inmediata será ¿Por qué no? Aunque después de pensarlo con más detenimiento, seguramente dicha pregunta cambie a ¿por qué si?
Lógicamente, no es lo mismo una fiesta familiar de 10 personas que una boda de 140. En primer lugar, porque en una fiesta pequeña nos conocemos todos y cualquier cacofonía se disculpa. En segundo lugar, porque una fiesta pequeña implica que puede haber algún momento en el que nadie quiera bailar. Y en tercer lugar, porque es más fácil buscar colaboraciones para dúos y tríos cuanto menor es el número de candidatos.
En una boda grande habrá gente a la que no conozcas. Y gente con la que no tengas nada en común. Pero, sobre todo, habrá unos novios que deben ser los únicos protagonistas de la fiesta. El resto, incluidas las personas que trabajamos en ella, somos actores secundarios. Nuestro papel no debe pasar de ahí.
QUÉ DEBEMOS HACER: 1) informarnos de si se puede cantar o no 2) en caso de que se pueda cantar, respetar los turnos de micrófono 3) tratar de seguir la letra de la canción 4) dejar el micrófono en su sitio una vez finalicemos.
QUÉ NO DEBEMOS HACER: 1) enfadarse con el dj o con los novios si la decisión es que nadie coja el micro 2) usar el micrófono para insultar o faltar al respeto 3) usar el micro para chillar o poner voz muy grave a ver cuánto aguantan los altavoces 4) soplar o golpear el micro para ver si está activado